Los dulces de fruta confitada son todo un referente en la gastronomía de Aragón, y una de las señas de identidad de Lazaya, nuestra empresa familiar. El cultivo de frutales tiene un gran arraigo en esta tierra, y de ese negocio vivieron generaciones de nuestra familia. Unas excepcionales condiciones climatológicas han hecho de esta región un referente en lo que a frutas se refiere.
Pero aunque el cultivo de viveros está en los orígenes del negocio familiar de frutas en conserva, nuestros antepasados Jesús y José María fueron pioneros en el inicio de las actividades conserveras a partir de la fruta producida en la comarca de Calatayud.
Seguramente, y como diríamos ahora, unos emprendedores con una gran visión comercial que, como algunos otros, se dieron cuenta del enorme potencial de la fruta de Aragón y decidieron dar a conocer sus cualidades más allá de los límites de la región… Los dos apellidos familiares Lázaro y Yagüe inspiraron el acrónimo con el que se bautizó a la nueva empresa, Lazaya, cuyo nombre se conserva, al igual que los valores de entonces, hasta hoy.
Primera etapa: productos semielaborados a base de frutas en conserva
Hay que imaginar el campo en aquella época… El impacto de las condiciones climatológicas, la cosecha a mano a cargo de jornaleros, los procedimientos totalmente manuales para procesar la fruta y conservarla, las dificultades del transporte… Por ello, emprender debía ser entonces una auténtica gesta, y eso nos hace aún estar más orgullosos de nuestros antecesores…
En sus principios, Lazaya enfocó su actividad en la producción de frutas en sulfuroso y pulpas de frutas. Eran otros los que por aquel entonces sacaban partido de aquellos productos hechos con las mejores materias primas, y los confitaban y utilizaban para diferentes preparaciones.
Pero a medida que la demanda fue aumentando, Lazaya demostró que podía también elaborar sus propios dulces de fruta confitada, haciendo las correspondientes inversiones y ajustes en su fábrica. De las tarteras de barro pequeñas para confitar se fueron dando los pasos necesarios para progresar y llegar hasta las tecnología puntera de hoy, con máquinas de confitar que admiten hasta 1.500 kilos de fruta. ¡Un paso de gigante en sólo unas décadas!
En 1975, el negocio familiar se divide entre los dos fundadores, y Lazaya se traslada a unas instalaciones más modernas, con una capacidad mayor de producción y dotadas de una tecnología puntera para la época. Es entonces cuando nuestro padre, Francisco Lázaro Arambudo, hijo de uno de los dos fundadores, asume la gestión del negocio familiar de frutas en conserva, y sienta las bases de una nueva etapa en la empresa.
Ampliación para asumir la mayor demanda de dulces de fruta confitada
La empresa continúa prosperando, y con ella esta hermosa comarca y sus gentes, hasta que a finales de la década de los 80 se acomete una nueva ampliación de la fábrica de frutas en conserva.
Hay buenas razones para ello. La demanda de cereza en almíbar tiene un crecimiento constante en los mercados internacionales, y para asumir un incremento de la producción, que se prevé importante, Lazaya construye una nueva nave en sus instalaciones de Calatayud.
La parte dedicada a la exportación va ya ganando una importante cuota en nuestro negocio de dulces de fruta confitada y frutas en conserva… Y esa será la vocación exportadora que a partir de ese momento, y hasta nuestros días, primará entre quienes hemos tomado, en sus diferentes etapas, las riendas de Lazaya.
El apego al campo que nunca se pierde
Comenzando la década de los 90, de nuevo Conservas Lazaya, Frutas y Dulces demuestra su espíritu emprendedor y su amor por la tierra bilbilitana, volviendo de alguna manera a los orígenes del negocio familiar: la compra de 50 hectáreas de terreno en Épila (Aragón) para plantar frutales inicia una nueva era, en la que Lazaya va a abarcar ya todas las fases del proceso productivo de las frutas en conserva, desde el cultivo de los frutales, principalmente cerezos, hasta su procesamiento, envasado y distribución. Con las nuevas adquisiciones de terreno, la superficie propia de campo dedicada a los frutales alcanza ya las 130 hectáreas.
Los tres hermanos al frente del negocio, Jesús, Ignacio y Alfonso asumimos la dirección de Lazaya a principios del nuevo milenio. La apuesta ha sido clara desde entonces: una política de inversiones que ha mejorado nuestra competitividad, que ha adaptado nuestras actividades a las más estrictas normas de seguridad alimentaria mediante la mejora de las instalaciones y que ha reforzado la presencia de los dulces de fruta confitada y las frutas en conserva aragonesas en los mercados internacionales. Además de ampliar nuestra gama de productos, trabajamos activamente en nuevas presentaciones capaces de satisfacer a nuestros clientes de todos los sectores.
Mirando el futuro con los mismos valores del pasado
Hemos crecido entre frutales y conservas, y hemos asistido a una renovación tecnológica sin precedentes en los procesos productivos… Pero los valores de nuestros antepasados no se han perdido en estos más de 75 años de historia del negocio familiar.
Los criterios éticos y el compromiso con la calidad de las frutas en conserva son los mismos que entonces, aunque evolucionados acorde a los tiempos que corren, a la estandarización de los procesos y las certificaciones que implantamos.
El respeto por el medio ambiente, la generación de riqueza de forma justa, la compra de fruta a productores locales y las iniciativas sociales siguen en nuestro ADN empresarial.
Nos inculcaron el amor por las cosas bien hechas, y por eso la calidad y la seguridad alimentaria, junto con la firme convicción de que la satisfacción del cliente es lo primero, siguen siendo también valores empresariales que queremos preservar y transmitir a las generaciones venideras.